Esta Parashá comienza con las leyes que encomendó Dios a los hijos de Israel: “Si compras un siervo hebreo, te servirá seis años, pero al séptimo saldrá libre sin pagar… no obstante, si el siervo insiste diciendo: ”Amo a mi patrón… no saldré libre, entonces su amo lo llevará al juzgado, lo acercará a la puerta, y le perforará la oreja con un punzón, y (el siervo) le servirá para siempre” . Los Sabios enseñan que se trata de una persona que había robado, pero no tiene para pagar. ¿Cuál es el mejor consejo que nos da la Torá? Tiene que trabajar durante 6 años para quien le había robado. Pero, ¿cuál es la finalidad de Dios al ordenar esto, acaso no se vengará el amo de su siervo durante este período? Además, ¿por qué razón el siervo amaría a su patrón hasta el punto de querer trabajar en su hogar por mucho tiempo más? A diferencia del concepto de esclavitud que conocemos, los Sabios aprenden del versículo “Si él (siervo) te dice: No te dejaré; porque te ama y (ama) tu casa, y porque le va bien contigo… ” , que el siervo debe sentirse tan confortable como su patrón: si hay una almohada en la casa, el amo debe dársela, si tiene dos tipos de pan, el amo debe darle el de mejor calidad. La finalidad de esto es tratar de “rehabilitar” al ladrón de una manera saludable, no realizando trabajos forzados en el campo, encadenado bajo un radiante sol, sino apreciando toda la bondad que el siervo recibe constantemente de la persona a la que una vez le había robado. Y esto nos lleva a preguntarnos: ¿alguna vez aplicamos este concepto en nuestras vidas? Pues, en general, nuestra reacción natural cuando alguien nos ofende es retribuirle conforme al daño que nos causó, cuando en realidad la Torá nos da un consejo mucho mejor: ser bondadoso con esa persona, de esta manera se acercará a tí, eventualmente se arrepentirá de su acción ofensiva, y terminará queriéndote. Este ejercicio lleva práctica y concientización, pero la Torá nos promete que el amor no tardará en llegar…