Hashem le había prometido a Moshé que redimiría al pueblo de Israel: “Ahora verás lo que Yo haré al Faraón… he oído el llanto de los hijos de Israel… diles: Yo soy Dios; los libraré del yugo de Egipto… pero ellos (Bnei Israel) no escucharon a Moshé… ¿Por qué no lo escucharon, acaso esas palabras de esperanza no les deberían haber generado alegría? La Torá nos describe la razón por la que el pueblo no escuchó a Moshé: “aflicción de ánimo y trabajo duro (esclavitud)” . Pero ¿ cómo esto se relaciona con la falta de Fe? Cada uno de nosotros padecemos, en cierto modo, de “esclavitud” . Cuando estamos afligidos o fatigados por el duro trabajo cotidiano, o por pensamientos torturadores, nos es casi imposible conectarnos con nuestro interior, con nuestro verdadero yo, y esa conexión es fundamental para ingresar al portal de lo espiritual, a un mundo en donde creer y apreciar los milagros diarios no es algo imposible. De hecho, luego de un tiempo, esta práctica puede convertirse en una experiencia reconfortante. No hace falta esperar que nos ocurran milagros sorprendentes, ya que, en realidad, no hay diferencia entre maravillarnos porque nuestras neuronas se comunican a través de 160.934 kilómetros de fibras que supondría dar la vuelta al mundo cuatro veces, o hacerlo por que se abra el mar. No obstante, lo difícil es ser conscientes de que todos los acontecimientos cotidianos son realmente milagrosos, pero necesitamos un tiempo para estar con nosotros mismos, conocernos, y para reflexionar en el sentido de la vida y nuestro propósito como seres humanos. Como dije anteriormente, uno de los impedimentos para conseguir esta conexión es el “trabajo duro” , es decir, la falta de tiempo a causa de nuestra monótona rutina a la que muchas veces rellenamos con pasatiempos bastante innecesarios y no productivos. Otro impedimento es a búsqueda de “redención” inmediata, es querer sentirnos personas de bien y seres espirituales mediante una salida rápida y sin el esfuerzo adecuado, pues así como cuando una persona esta enferma, las píldoras solo le calmarán el dolor de momento, pero no le curarán su enfermedad a menos de que haga un intenso y lento tratamiento, del mismo modo ocurre con las enfermedades del alma, el tratamiento es largo y muchas veces presenta algunas molestias, pero al final el resultado es prometedor.