Parashat Vaeichi

Esta parashá comienza relatando los años que vivió Yaakov: ciento cuarenta y siete. Es extraño que siendo un hombre justo haya vivido tan poco, pues tanto su padre Ytzjak como su Abuelo Abraham rondaron los 180 años, y según los Sabios Yaakov también debería haber vivido 180 años. Entonces, ¿por qué no llegó a la edad de sus ancestros? La respuesta la podemos encontrar en el final de la parashá anterior que cuenta cuando Yaakov llega a Egipto luego de dejar la tierra de Israel a causa de la hambruna. Es extraño que la primera pregunta que le hace el Faraón a Yaakov la primera vez que lo ve sea: ¿Cuántos años tienes? ¡Que pregunta tan rara para iniciar una conversación!, ¿verdad? ¿Acaso eso sería lo primero que le preguntarías a alguien que nunca habías visto? ¡Menos aún tratándose de alguien como Yaakov! Si la pregunta del faraón les pareció rara, observen la respuesta de Yaakov:

“Los días de mi peregrinación son ciento treinta años; pocos y malos… y no han llegado a los días… de mis padres” ¿No era suficiente que le diga su edad y punto? ¿Qué necesidad tuvo de contarle al faraón sus desgracias de la vida? Los especialistas dicen que hay una relación directa entre el estado de ánimo de una persona y su integridad física. Yaakov había sufrido mucho en su vida: desde la persecución de su Hermano Esav para matarlo y el engaño de su suegro Laban, hasta la desaparición de su querido hijo Yosef y la violación de su hija Dina. Todas esas cosas lo habían hecho envejecer hasta el punto de que el faraón lo notó más viejo de lo normal, por lo que le preguntó su edad! Yaakov entendió de inmediato la intención del faraón, y le explicó que fueron los sufrimientos que había experimentado en su vida los que lo habían hecho envejecer. Los Sabios nos enseñan algo impactante: si contamos las palabras que hay en la respuesta de Yaakov, encontraremos 33, si a ese número le sumamos los 147 años que vivió Yaakov, nos da un total de 180 años, ¡Exactamente los años que debería haber vivido!, pero del cielo le fueron descontados por haberse “quejado” ante el Faraón. Sin embargo, ¿por qué en las 33 palabras se incluye la pregunta que le hizo el faraón (¿cuántos años tienes?), si no es parte de “la queja” de Yaakov? Además, ¿tiene algo de malo contarle a alguien nuestros problemas? En absoluto, de hecho es imprescindible contar nuestros problemas y sufrimientos a personas de confianza: amigos, padres o profesionales que nos pueden ayudar a salir del pozo. No obstante hay una gran diferencia entre eso, y andar desparramando nuestra infelicidad por doquier, después de todo, ¿qué culpa tienen los demás para que sean víctimas de nuestra “mala onda”? Por otro lado, ¡ni se nos ocurra pensar que Yaakov avinu se comportaba de esa manera!, pero tal vez, debido a su alto nivel espiritual, la expectativa del cielo en su encuentro con el faraón era otra, y quizás debería haber “disimulado” un poco más ante un desconocido como el faraón. De una u otra manera, las enseñanzas para nuestras vidas son fundamentales:

  1. Si no quieres envejecer rápido evita quejarte demasiado.
  2. Ten cuidado, porque no necesitas hablar para quejarte, con un simple gesto puedes arruinarle el día a otra persona (en especial el de un ser querido). 
  3. Al igual que tú, los demás también tienen problemas, no les des tu pesada valija.
  4. Es fundamental contarle tus problemas a alguien cercano a ti para qué te guie en como salir adelante.